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Mostrando entradas de octubre, 2011

Intimidad

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Intimamente mías las noches y días que hacen grande el crujido de mi interior. No necesito nada más que sumergirme en el inmenso océano de aguas profundas. Estar en la intimidad de mi ser en donde solo puedo conocer el silencio de la eternidad. Es íntimamente mío el espacio que ocupa mi espíritu, la esencia maravillosa que me hace dichosa. Mi espacio vital que parece un vitral de mil retazos cortados con delicadeza y unidos con la nobleza de la vida. Intimemente mío el tiempo que concibo abrazando lo más íntimo de mi persona acariciando la verdad que se asoma. Ese deleite con mi intimidad implica la necesidad de encontrarte íntimamente conmigo, recorrer juntos ese pasaje mío aunque al principio y al final siempre tuyo, pero íntimamente mío.

Gratitud

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Gratitud es la gran virtud del ser humano, grato el hombre que puede abrir su corazón al torrente interno del sentimiento del amor. Grato cuando puedes sentir la llegada de una fresca brisa, cuando quieres congelar en tu mente gloriosos días, tarariar bellas melodías. Grato un día soleado, un acompañante callado cuando tú de tanta palabra estás cansado, cuando piensas que algo malo sucederá y luego solo ves manifestada la gran bondad de la omnipresente divinidad. Grato el momento en que sientes que todo lo circundante a ti se envuelve en una sola energía, grata la alegía de saber que tienes todo para ser feliz. Grato el tiempo en que puedas con amor dar, te llenes de cosas tan buenas que no quieres olvidar, un día lluvioso con un abrazo hermoso de la persona que amas. Grata la sonrisa de un niño al recibir tu cariño, una Luna mágica, la madrugada silenciosa una oración hermosa, una lista memorable de personas intrañables que te han acompañado en el camino de l

Revolución

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Pasaron los días, se formaron semanas, se estrecharon los años... ojos cerrados, tiempo desvanecido en un soplido, luna cantante, sol danzante de sonidos alucinantes, todos vibrantes siendo habitantes de mi interior, todos los paisajes juntos, todas las luchas contenidas, en una sola vida, la mía. Todos listos, dispuestos a avanzar y nunca desfallecer, en las posiciones adecuadas todos o ninguno quiso abrirse paso entre los sentimientos y las emociones, entre las razones y las críticas, que vienen a borbotones. Entonces se armó la guerra, estruendos pavorosos, batallas, vino el estira y encoge, que te hace ver por fuera como si nada, pero por dentro desquebrajaba, entre tantos motines de la vida o de cualquiera de los delincuentes, que desde hacía tanto vivían en mi pecho como malandrines. Llegó el día en que todos se amotinaron y solicitaron a gritos una revolución, por dentro todo a pedazos se desmoronaba, en el exterior los golpes de guerra en mi corazón latía