El Gusto de Escribir

Eres tú Jesús La luna fresca de madrugada la noche que se acaba apesadumbrada la risa alegre de un niño que brilla en la mañana. Eres la corriente limpia de mi vertiente el sol que se vislumbra incandescente la dulzura del mejor sabor un dulce lleno de amor. El viento silencioso que se mece dulcemente el colorido más exquisito de la tierra al infinito la palabra más sublime, la letra que redime. La estrella más luminosa, la preciosura de una rosa la ternura de una mariposa saliendo de su capullo la más suave corriente en la que me zambullo. La luz más brillante y tibia de la eternidad eres tú, el suburbio más tranquilo, el refugio de un incansable caminante. El lugar que puede llamarse el dulce hogar, la nota perfecta, la melodía correcta, el silbido con un recorrido intermitente eres tú Jesús, el amor que lleva todo en este mundo.

Permíteme instalarte en mi mente que en cada pensamiento llegues y te vuelvas permanente. Permíteme llevar tu nombre en mi corazón para que con cada emoción que de él emane sea a ti al que llame. Permíteme llevarte con el sonido de cada palabra, que cuando surjan imparables de mis labios, repitan tu nombre indomables. Permíteme que cada una de mis acciones reflejen tu pureza y claridad, que en cada cosa que haga deje impreso la alegría de llevarte dentro, que todas ellas hagan florecer y que resurja mi ser. Permíteme amarte en cada cosa que pienso en lo profundo de mi sentimiento Permíteme hablar de ti, amarte así, dedicarte mis acciones y expresarte así mis emociones. Permíteme ser contigo en mi interior, estar a tu lado y cada día ser mejor expresarte siempre mi amor. Permíteme

Tomé tu mano aterciopelada y en un instante floreció mi madrugada. Transcurrió un minuto, una hora o un segundo, pero al toque de tu mano me fui de este mundo. Sentí la tibieza de tu mano y mi cuerpo trascendió lo humano, en la pureza de tu calor me envolví, no quería, no podía salir de ahí. Sobé tu piel y me bañé en destellos intensos de luz color miel. Tomé tu mano y nací, amé profundamente cuando tu mano sentí.

(Por Carmen Lucía) Canto amoroso derivado de un corazón piadoso, vigoroso ante el dolor ajeno. Poema inquietante de una magia circundante, que brota de un corazón anhelante. Rosa fresca de color carmesí que entrega su belleza con solo la gracia de estar ahí, suave, tierna y frágil, recostada en un jardín extenso y frondoso de abril. Historia conmovedora como lluvia que se añora cuidado cariñoso que despliega a su alrededor, Alma pura que se llena de esplendor. Ave incauta que cae y se levanta, desplegándose en el más alto y bello cielo sin dejar caer su anhelo de libertad. Relámpago estrepitoso, lleno de pasión en un golpe vertiginoso y pese a su ruido no deja de ser hermoso. Estrella de mar que invita a navegar en el más bello y recóndito lugar, Chispa con intensidad que se inclina y se disuelve ante la llama de la divinidad. Eres todo eso y solo una, la que eres, Carmen.