María Lejana


Andaba, por el camino sudorosa, una hermosa campesina. Bajaba por una vereda que sentía rigurosa, bajaba, pero sus pies la subían presurosa.

Sus ojos, con vida desolada, la llevaban a contemplar disgustada, como se quedan marcados los años, y cada uno de los pasos hirientes de la vida que algunos llaman daños.

Campesina agitada, cansada y temblorosa a la noble Catrina o muerte buscaba, que más podía hacer... ¿sino sentía nada? Con bello vestido negro, sombrero ancho y esencial calavera se la imaginaba.
¡Déjame verte de una sola vez! -le gritaba-.

Al ir andando, al cabo de un tiempo.... la caminante se detiene asustada,
¿Es usted la muerte? -preguntaba-, a una figura de negro riguroso que volteada estaba.
-Querida niña... soy los pasos de tu sombra, que tu vida merma cada día.

La campesina nerviosa se persignaba; pues vengo a pedirte que me des por fin la cara, y me lleves a donde tenga que ir contigo acompañada. A lo lejos de tan cerca se oyó una estrepitosa carcajada;
- Eso ni tú ni yo lo disponemos, si solo somos mensajeras, aunque no lo disfrutemos.
-Pues ve y dile a no sé quién, que mi tinaja está pesada, mi costal desgastado y mi vida aniquilada.

Volteó la muerte despacio y delicada. -¡Válgame el señor! si usted es tan bella como no lo imaginaba. Tez brillante, luminosa y perfecta reflejaba, sin un rasguño, de vieja no tenía nada. Alta y delgada se perfilaba, con los ojos llenos de bondad a pasos chicos se le acercaba; consejos cual madre al oído le susurraba.

-Querida, abre un agujero por detrás a tu tinaja y deja que vierta el pasado, que sirva de abono para el camino andado, abre otro por delante y ocúpate de no ser ni más ni menos que una caminante.

La campesina inmóvil reflexionaba, entonces ¿no me llevas? La muerte tocó con suavidad su cara.      -Comprende pequeña es solo cuestión de tiempo, te aseguro llegará tu momento y entonces seré la compañera idónea, que te busque y no la que tenga que ser encontrada.

No pierdas más tu tiempo vete, vete. La Campesina agradecida le dijo:-Te dejo mi tinaja, ya no la necesito, ahí terca aquilataba lo que no sirve para nada.

La muerte sonriendo agregó:

-Ve y echa a andar nuevamente con las pisadas de una mujer valiente.
-De hermosa lo tienes todo, hasta pronto de algún modo.

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