Pequeña mía

Pequeña mía,
hoy yace tu manto de ilusión y fantasía,
te quedas poco a poco sin vida;
la tibieza de tu cuerpo te abandona,
das con dificultad tu último aliento.

Pequeña mía, siempre sonriente,
indiferente al mundo y su locura
ingenua ante la maldad, vivías en
un cerro de ingenuidad.

Tus pequeños pies entre el llano
jubilosos desaparecían, de tantas
flores te hiciste amiga, en las piedras
dejaste derramada tu miel de felicidad.

Pequeña mía, hoy te alejas de lo que tiene vida,
más me dejas la belleza de tu alma
la simpleza de tu espíritu.

No sabe nada el que acumula documentos,
quien lee y quien se cultiva; eras tú muy sabia,
llenándote de naturaleza y de vida sencilla.

La nobleza de tu corazón son vestigios
de tu grandeza, te decían "niña salvaje",
más con tus actos demostrabas
que el amor carece de linaje.

Con tu imaginación transformaste días silenciosos y nublados
en días de color y de armonía, dejando atrás el
aburrimiento, con el calor de tu contento.

De letras sabías poco, pero en humildad y
generosidad fuiste una erudita, tu amor se expande
y se percibe, tu dolor se acaba con tu adiós
dulce pequeña mía.

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