Como la papaya


Como fruta fresca llenas mi cesta
con tu aroma singular y tu color
tan vistoso.

Antes eras de una sola estación
ahora en todo el año se te consigue
por montón.

Hay peteneras, hawaianas, nacionales
y no sé que tantas otras, pero de todas
formas mantienes una misma consistencia.

Por fuera hoy te pintas de verde y amarillo
para mí, un color de madura desteñido,
te veías opaca.

Eso sí no tuve que sacar filo al cuchillo
porque la suavidad nunca la has perdido.

Corté tu vientre abultado de pepitas poblado
vi un color tan falto de amor, que pensé
¡Ésta no tiene sabor!

Sin motivación a mi boca proporcioné un pedazo
y... ohhhh maravilla, se me olvidaba que Dios te
hizo pura, dulce y deliciosa.

Así es la cosa, hay circunstancias que se ven verdes y feas
pero luego de un tiempo las sientes sabrosas.


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