El Gusto de Escribir

                                                         Agradezco que seas la luz que guía la oscuridad de mi camino. Agradezco que tengas la delicadeza de enjuagar mis lágrimas. Agradezco que seas la razón de mi sonrisa, la gracia que llega a mi vida con su son de niña bendecida. Agradezco que seas el manto de encanto y alegría, gracias por estar en mi vida. Estoy eternamente agradecida.

                                                                   Conscientemente hacia ti, quiero dirigirme a tu amor con toda la fuerza sin ningún pudor. Conscientemente hacia Dios sin volver atrás, sin miedo, sin dolor. Conscientemente con la expresión de todo mi ser, sin nada que esconder. Conscientemente sin verme diferente, por entero y sin dejar de sentir ni sonreír. Conscientemente voy hacia ti, sintiéndote mil veces más cerca de mí.

                                                  Renuncio a hacer alarde de lo que creía que me pertenecía, espero no sea demasiado tarde. Renuncio a lo que da prosperidad según la visión estrecha de la humanidad. Renuncio a no ser mi esencia, a perderme entre la tortura de crear una y mil necesidades. Renuncio al loco deseo de acumular y criticar a toda mala actitud que genere esclavitud. Renuncio a la brecha profunda de lo real y la ilusión. Renuncio a lo que me aleja de ti a lo que me aparta de mi interior. ¡Renuncio!

                                                   Despacito, te fuiste abriendo brecha en la vertiente de mi corazón. Despacito con dulzura y amor me fuiste enseñando a ser mejor. Despacito incrustaste tu nombre en mi pecho, para que fuese derecho hacia ti. Despacito me inundaste de ternura para que despertara en mí, la necesidad de ser toda tuya. Despacito, con infinita paciencia me diste la elocuencia para poder diferenciar entre la ilusión y la realidad. Despacito, me fuiste enseñando el camino del dar sin esperar. Despacito, me fui sintiendo amada supiste que tarde o temprano iba a conjugar el verbo amar para ti, despacito.

                                                   ¿Por qué la verdad demora? Reconozco la existencia de mi ser, la magnificencia de tu amor, y aun así me perdía en el exterior. Por qué la verdad demora cuesta experimentar lo absoluto en el diminuto silencio del segundo del mundo. Por qué la verdad demora y hasta convertida en señora puedes aprender lo importante que es amar y creer. Por qué la verdad demora hay que tropezar y volverse a levantar, para luego de caer, entender lo importante que es realizar a Dios en el interior.

                                                    Que ignorante he sido al llorar por cosas sin sentido. Que ignorante he sido si tengo el tesoro de estar contigo. Que ignorante he sido inconforme por lo material, cuando tú eres lo esencial. Que ignorante he sido gracias por tener paciencia y quedarte conmigo. Que ignorante he sido tanto tiempo, perdido.

                                   Te he visto y me sumergí en un manantial profundo de amor. Te he visto y agradezco el privilegio de haber sostenido tus ojos con los míos. Te he visto y que lejos estaba de comprender la verdad de tu ser. Te he visto y solo puedo decir que dio sentido a mi existir. Te he visto.