El Gusto de Escribir

Dicen que los piojos chupan la sangre como tú mi energía. El piojo causa varias enfermedades como tú, que terminaste con mis bondades. Te dan una terrible picazón, igual a tu desazón. El piojo es un comensal aprovechado como los gestos que te han tachado. Muchas veces no son bien recibidos, como tú, que me dejas sin motivos. Con todo esto llegué a una conclusión, tú eres el piojo de mi corazón. Y lo peor es que soy alérgica al piojo. Tú, el piojo.

  Si me llaman habría tantas cosas para contar. Mil historias que se pueden desde su virtud resucitar. Si me llaman que dulce será cuchar su voz. Yo me sentiré atraída pues son seres milagrosos en la vida. Si me llaman sé que me guiarán por un apacible sendero. Muchos los nombran como luceros, divinos mensajeros. Si me llaman, yo acudiré, escucharé seré un obediente sacristán, tú mi bello ángel guardián.

Me encanta el claro de Luna que por estos días me saluda en la ventana al despertar. Me encanta la suavidad de mis pensamientos al meditar. Me encanta la sonata, lo que provoca lo que arrebata. Me encanta la vida con sus revuelos al amar. Me encanta la sonrisa plena que te quita de tanta pena. Me encanta llorar hay tantas cosas que desahogar. Me encanta dar sin pensar querer sin esperar. Me encanta vivir, sentir y  servir.

Tranquilidad es de la calma su majestad. Con paz, de bullicio no hay necesidad. Es que la armonía se vuelve obra en el gesto virtuoso, de la calma un estado jubiloso. Tranquilidad, cuando te sientes amado con la sonrisa del que está a tu lado. Serenidad cuando vives y clamas por la bondad de tu corazón. En el sosiego del agua cristalina, en el vuelo de la golondrina. Paz absoluta en el silencio de tu ser interior, que en la quietud se escucha. Tranquilidad...

A veces vivo con la locura de un pequeño y mágico duende. A veces vivo con el azul contagioso de un cielo continuo y hermoso. A veces vivo con la felicidad de una noble y solitaria ave, surcando las alturas, con penas y amarguras. A veces vivo con la sabiduría de un búho tan serio, pero muy necesario. A veces vivo con la profundidad completa de un río que al inmenso mar penetra. A veces vivo con la inspiración a flor de piel como para escribir una novela sin desistir. A veces vivo con la fuerza de un león que lucha desaforado por su presa. A veces vivo, pero lo realmente importante es que VIVO.

Que seas feliz porque te lo mereces, creciste con creces. Que seas feliz, porque vida solo hay una y como la tuya ninguna. Que seas feliz, ya que para muchos fuiste un alegre motivo. Que seas feliz en un día hermoso en una tarde gris, siempre feliz. Solo quiero que seas feliz porque me hiciste amarte y luego de a poquitos olvidarte. Hoy que te recuerdo solo tengo un pedido que seas puramente, eternamente, feliz, feliz, feliz.

Sentirme perfecta como quien brota de una sana semilla. Ver como va llenándose todo de color y alegría con mi perfecta armonía. Perfecta al  resplandecer con la luz de cada día en cada nuevo amanecer. Perfecta, en el va y ven de la vida con sus colores, mil sabores siempre agradecida. Perfecta, porque soy lo que quiero y práctico  lo que creo. Perfecta con amor en la vida perfecta  con la gente para mí. Perfecta, así me siento. 

Sueños que se encuentran alborotan la noche de un tiempo para la fantasía, episodios llenos de la energía del día. Los sueños, dueños son, pueden contestar o dar mensajes de lo que deseas o vives porque solo ahí eres quien quieres, salvas o mueres. No hay reglas, eso es lo interesante puedes hacerte sufrir o sentir lo que realmente esperas, sueños que te encuentran o te separan. Al fin son solo sueños, pero no hay que tomarlos a la ligera, están presentes o en el pasado aunque uno no quiera. Los sueños, evidencia son.

Cómo es que te llamas con tu apariencia inocente no me engañas, sé que te robas el aliento de la gente. Cómo es que te llamas andas cerca cual ave de rapiña, esperando que con la vida yo tenga una riña. Cómo es que te llamas, no recuerdo tu nombre, me estremezco al ver tus ojos vidriosos como túneles sin fin, Cómo es que te llamas no sé si tuve suerte al conocerte, lo cierto es que te presto el vestido de mi vida y tú me das una fría despedida. Por hoy te llamaré trascendencia.