El Gusto de Escribir

(Por: Alejandro Nicol) La sonrisa, cuando la dibuja el alma, dice agrado, complacencia; la sonrisa genuina, la que dibuja el alma, dice sentir armonía, calma, paz; el alma siente eso, más que eso. La sonrisa y el rubor quieren merecer sin atreverse del todo... la sonrisa en silencio, con los ojos bien abiertos, son el alma escuchando en asombro; la sonrisa con los ojos cerrados, son el alma confiando, aceptando, dejándose acariciar; la sonrisa, con lágrimas, es el alma en entrega sublime. Sonreír puede ser acto reflejo; sumada intención, seduce.

Cálida y bella una sonrisa te puede hacer volar con una estrella. Una sonrisa franca engalana una vida o toda una semana. Una sonrisa simple y pura puede ser la cura de tantas enfermedades. Una sonrisa amiga de todos, memoria de necesidades. Una sonrisa venida del corazón profundo que llene de belleza el mundo. Una sonrisa pequeña o grande hace que por caminos de felicidad se ande. La sonrisa de objetivo logrado de mal hábito dejado, de alguien necesitado. Una sonrisa de cielo que atrae a todos con su vuelo. Una sonrisa divina que refresca, que anima. Sonrisa celeste, verde o amarilla llena de esperanza brilla. Sonrisa de luz y de paz una simple sonrisa, que buena, que dulce, siempre que con verdad la das.

(Por: Lucía de Enríquez) Todo tiene un ciclo, un lugar su equilibrio para reposar, todo se ubica en donde debe, todo calza con la disciplina divina. Así al final de la tarde cumpliendo su cometido llega el atardecer que en su espléndido vals se deja ver. Haciendo reposar a su buen amigo, el Sol, entre capas de nube aterciopeladas dando pinceladas anaranjadas va cayendo como deteniendo el tiempo o el tiempo deteniendo el Sol. El Sol acurrucado en la palma del cielo amansado, lo va meciendo delicadamente haciendo cada atardecer eterno y diferente. En un cúmulo de silenco, rodeado de rayos que anuncian aquel momento, se envuelve y se engalana entre rizos de nube porcelana. Se deja caer, escondiéndose en el horizonte. y se pierde en la ventana del mundo para que salga otra vez quizá mañana. Todo tiene un lugar singular, todo tiene un bello momento

(Por Lucía de Enríquez) ¿En dónde está el cielo? En la sonrisa ingenua de un niño. En la lágrima eterna demostrando cariño En el fragante rocío de la madrugada. En el corazón contento de una enamorada. Te has preguntado alguna vez ¿En dónde está el cielo? En el rayito de sol que acompaña la mañana. En la palabra sincera del que ama. En la sublime alegría del nombre de Dios que en tu alma brilla. ahí, ahí está el cielo para mí.

(Por: Juan Pablo Barillas) El cielo es un lugar inmenso en donde encontramos al creador de la Tierra y el Universo. Me hinco y miro hacia el cielo aquello trae paz hacia mi alma. Yo pienso en el Firmamento. Siempre rezo a Dios, para ser cada día el mejor con su amor.

(por: Estuardo Azmitia ) Cielo querido de dulce mirar, que todos los días miro sin parar. Cielo inmenso que hueles a incienso, cielo que escapa aunque yo no lo siento. Cielo querido que ansío conocer, todos los días, yo te quiero ver.

(Por Lucía de Enríquez) Dulce pequeña florecilla que en cada pétalo saludas llena de energía. Bella y suave, silenciosa, simple pero tan hermosa. Dulce florecilla que humilde y graciosa regalas al enamorado una sonrisa prodigiosa. Dulce florecilla llegas a esta vida con destreza brotando de alegría. Dime, pequeña mía: ¿A caso es posible suprimir tanta belleza? Bendita naturaleza que te trae en primavera, con tus suaves pasos en tu danza de amor generosa. Dulce pequeña florecilla.