Muerte inesperada

                                           

Mi cabeza sin conciencia estaba
mi alma por perdón clamaba.

La sangre el lugar llenaba,
la gente de pie incrédula
mi cuerpo sin vida
observaba.

Mi entrecejo fruncido estaba
por dejar tantas cosas inacabadas.

Llegar a la luz anhelaba
pero solo oscuridad y angustia
encontraba.

Pasado un tiempo, cerraron mis ojos
cerré en la tierra todo de mí,
ya en el infinito volaba.

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