Fúnebre
Fúnebre y gris su semblante más que su vestimenta
un matiz lánguido y adolorido, será el cansancio del
peso del dolor que lleva consigo, me pregunté.
Delgado hasta la transparencia, parece que en algún
embate ha perdido su inocencia y toda aquella
ingeniudad de niño, para caer en esa apariencia casi
casi angelical, sin edad ni tiempo.
Su aura deja palpitar su aturdimiento y todo el descontento,
deambula como entre espíritus, pareciera flotar, con pesadumbre
al andar.
Fúnebre, dejó su alegría lozana y entró en una agonía insana, tan
suave y profunda, por demás atrayente.
Sus ojos, dos cuencas negras profundas, pece a ese aspecto fúnebre,
destellantes de luz.
Me miró, lo miré, no dijo nada, pesaron detenidos los segundos, fúnebre
hasta los dientes; me miró, lo miré.
Tenue dijo, te llevo conmigo, entonces entendí, lúgubre estaba yo.
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