Revolución


Pasaron los días, se formaron semanas, se estrecharon los años...
ojos cerrados, tiempo desvanecido en un soplido,
luna cantante, sol danzante de sonidos alucinantes,
todos vibrantes siendo habitantes de mi interior,
todos los paisajes juntos, todas las luchas contenidas,
en una sola vida, la mía.

Todos listos, dispuestos a avanzar y nunca desfallecer,
en las posiciones adecuadas todos o ninguno quiso abrirse
paso entre los sentimientos y las emociones, entre las razones
y las críticas, que vienen a borbotones.

Entonces se armó la guerra, estruendos pavorosos, batallas,
vino el estira y encoge, que te hace ver por fuera como si nada,
pero por dentro desquebrajaba, entre tantos motines de la vida
o de cualquiera de los delincuentes, que desde hacía tanto
vivían en mi pecho como malandrines.

Llegó el día en que todos se amotinaron y solicitaron a gritos
una revolución, por dentro todo a pedazos se desmoronaba,
en el exterior los golpes de guerra en mi corazón latían
y cayeron en mil pedazos cuando las aguas mansas,
en remolinos de cambios se debatían.

Huracanes de gritos profundos se escuchaban, quejidos de soledad
en ecos se ahogaban ... sí, sí, sí... hubo una revolución y luego
una glorificación digna de un nuevo ser, como la gloria
de un profundo amanecer.

Que maravilla la revolución interna te puede convertir en
una luciérnaga, una mariposa de una gama infinita
de colores que despliega en cada aleteo lo profundo de cada
una de todas las tinturas y combinaciones del amor.

Que bella revolución que puede golpetear el interior y llenarte de valor,
para que con la sonrisa fresca, con aires de jubilo, de brillo, de
fulgor profundo...grites: ¡Viva la revolución!

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