La despedida



Como gente cortés se plantó frente a ella,
tendió la mando con fingida ceremonia y aguardó
silencioso, la respuesta.

Su corazón se desgarraba en un tambor descontrolado
se batía con una especial sinfonía, que él ya había oído,
que sin duda conocía. La respiración se le cortaba, con la cabeza
inclinaba esperaba, pero nada.

Pasaron algunos segundos que se vistieron de una pesada cuenta,
su mano empezó a temblar su corazón se resistía más su mente mil razones
le describía.

Ella... ella, con su rostro de virgen sudorosa,
sus labios temblorosos esbozando una débil sonrisa
tendió su mano por fin, y con un susurro de voz le dijo, adiós.

El sintió que ponía un peso inaguantable,
no pronunció palabra, solo alcanzó a ponerse el sombrero
y arrastrando sus pies sobre la nieve su chaqueta y su cuerpo
se desplomaban por ella.

Sus rodillas temblaban, sus ojos lloraban, sabía que era un adiós definitivo
había llegado el momento, de dejarlo, para seguir con la vida,
con un adiós, llegó la despedida.

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