En ayuno
En ayudo, se tiene una visión completa
de quién es uno.
En ayuno se siente una plena calma,
Dios quiera no sea pasajera.
En ayuno las meditaciones se hacen
extensas, se va lejos lo que uno piensa.
Puede que tu cuerpo se ponga lento
pero es el momento ideal, para disfrutar
de lo que llevas por dentro.
En ayuno se percibe con intensidad
un amanecer, el ocaso y la Luna; en
ayuno puedes saber que entre Dios
y tú no hay distancia alguna.
En ayuno se limpia tu cuerpo, pero
también tu pensamiento y corazón.
Es la mejor ocasión para dedicarte
a la oración.
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