De rodillas
De rodillas, pierdes el
orgullo y puedes implorar
o perdonar, con una intensa
sensación de humildad y alivio.
De rodillas, sientes mejor
tus puntos de adoración,
porque se ennoblece el corazón.
Así, dedicas tu oración,
aflora tu pureza, lo tierno de
tu ser, es una bendición.
Una imploración a veces
silenciosa, una súplica
profunda que de amor te
inunda.
¡De rodillas has tu invocación!
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