No eran cigüeñas
De tu mano fuimos a la orilla
de un río enfilando, despacio
poco a poco todos iban avanzando.
Hasta llegar a nuestro transporte
hacia la tierra y para mi sorpresa
eran montículos verdes.
Todos alegres nos subimos, aunque
insistimos en que deberían de ser
cigüeñas, pero de ellas ni señas,
despacio íbamos caminando y a
mí el sueño me fue ganando.
Hasta que llegué para nacer
y el mundo embellecer, no lo
vas a creer, cuando mi cabeza volví
una tortuga verde me sonreía.
Amablemente su cabeza acaricié,
ahí desperté, para mi nacimiento
en una nueva vida palpar.
Así que ya te puedo contar que
en tortuga verde del cielo me
hicieron llegar.
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