"Hay un fe, hay un Dios"


El indigente | Soy502
Un día cualquiera, en una gasolinera,
encontré a un extraño indigente,
pese a su olor pestilente, tenía una
mirada especial, como iluminada.

Yo, a mi sobrino esperaba, el singular
personaje, preguntó con elegancia por
mi larga estancia en ese lugar. No te
preocupes, me dijo, vendrá, sonrió,
"Hay un fe, hay un Dios".

Ante tal afirmación me sorprendí, luego
el reloj advertí, más de cincuenta minutos
de retraso, entraba ya el ocaso.

Mis nervios eran evidentes, más cuando el
indigente, en forma de caballero valiente,
cruzó la calle transitada, caminando como si
nada. Del otro lado gritaba: qué color es el bus.

Regrese, imploré, pero de inmediato, vi lo
insensato de mi pedido, entre los carros como
hombre biónico, volvió, sin ni siquiera ver,
no lo podía creer.

Manos y boca hinchados, su tez de tono azulado,
totalmente desarrapado, ese hombre tenía fe.

Luego de media hora más, con indigente a mi lado,
llegó el transporte anhelado y baja mi sobrino
angelado.

El indigente saltaba muy elevado, gritando: te lo dije,
te lo dije, "hay un fe, hay un Dios".

Ese encuentro nunca lo olvidaré, sus palabras resuenan
siempre en mi mente, no sé si estaba loco, pero me
parece que de fe me enseñó un poco.

Ahora te puedo decir, tiempos mejores vendrán, pues
"hay un fe, hay un Dios".

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