Un ángel en la vereda
Atravesé la vereda
bastante relajada
caminaba como
si nada.
Cuando inicié el
ascenso de la vida
la fatiga cargaba
cada pie.
Cuando veía hacia
arriba, solo temía
nunca regresar o llegar.
Mi respiración se
entrecortaba, sudaba,
me sentía realmente
cansada.
Mas al levantar el
rostro, unos ojos
de ángel me sonreían,
dándome su mano
como si nada.
Tomé la mano y me sentí
rescatada, en la cima, en
un segundo me encontraba.
Hay un ángel en cada lugar
en cualquier forma
que lo quieras encontrar.
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